CUANDO TRAVIS BICKLE DIJO BASTA

Taxi driver es sin lugar a dudas una de las películas clave en la historia del cine. Dirigida por Martin Scorsese y protagonizada por Robert De Niro, la película cuenta con un reparto de lujo, con actores de la talla de Jodie Foster, Harvey Keitel o Cybill Shepherd (Por cierto, qué bellezón). Para los que no hayan tenido la oportunidad de verla, aquí dejo una breve sinopsis:

Para sobrellevar el insomnio crónico que sufre después de su regreso de Vietnam, Travis Bickle decide trabajar como taxista nocturno. Como individuo tiene poco contacto con la gente, pero observa la violencia y desolación en la que se hunde la ciudad de Nueva York. Travis anota en su diario todas sus impresiones, hasta que un día decide pasar a la acción...

En efecto, pasa a la acción y emprende una escalada de violencia que le lleva a extremos de la más absoluta crudeza. Aquellos que hayan visto la película sabrán hasta qué nivel llega la particular purga del taxista neoyorquino...

Travis Bickle en el último acto de su particular show

Pero todo esto viene a cuento de una reflexión que me hago:

¿Por qué en el mundo demonizado en el que vivimos, un mundo en el que en mal y la injusticia campan a sus anchas, no existen personas que acaben perdiendo los papeles como Travis Bickle? ¿Por qué no hay gente dispuesta a llegar allá donde el brazo de la ley no quiere o no puede llegar? ¿Por qué hay tantos individuos capaces de generar mal, y nadie que tenga las agallas suficientes para luchar contra él? Supongo que por MIEDO.
El miedo, a parte de ser la lacra del mundo contemporáneo, la raíz de todos sus males, es también un elemento de inmovilismo social. Así es, el miedo paraliza a las personas y hace que estas se recluyan en su "circulo de seguridad", sin mirar más allá de su propio ombligo y rezando para que nada turbe su estabilidad.
Las personas que tenemos un mínimo sentido de la justicia conseguimos en ocasiones romper la barrera del miedo, enfrentándonos a no pocas situaciones de riesgo y/o comprometidas. Imprudencia?, inconsciencia? Si, hay mucho de todo esto, pero a pesar de ello la satisfacción puede ser grande. El ser humano es egoísta, pero también sabe agradecer. Y no hay que creerse un supermán o un zorro, basta con tener una cosa clara: Los problemas de los otros pueden acabar siendo los de uno mismo.

Travis Bickle es un enfermo, un inadaptado con marcados rasgos psicopáticos. La carnicería en la que convierte su "ojo por ojo" no es más que el resultado final de la suma de sus neurosis y el permanente estado de estrés y confusión en el que vive. Sin embargo, no hemos de quedarnos con el Bickle perturbado y asesino, (tampoco con el Bickle entronizado del final) sino con el Bickle que después de observar y reflexionar, llega al convencimiento de lo corrupta y virulenta que es la sociedad en la que vive, sintiendo la necesidad de actuar, de no permanecer al margen. Y es que aunque desmesurado, su paso a la acción es loable; él busca hacer el bien, arreglar las cosas, pero a su manera.... diríamos que acierta en el fondo pero se equivoca terriblemente en la forma.

Así pues, quizás sea el momento de cambiar la tendencia, de que la gente salga de su burbuja protectora y le plante cara a la mezquindad, al odio y a la miseria. Quizás sea el momento de dejar de pensar y empezar a actuar...

Quizás sea el momento de que todos seamos un poco Travis Bickle....

...ROMPÁMOSLO